Una canción, una historia: La Guarapachanga

Miguelito Cuní y Félix Chapottín Foto: https://www.telesurtv.net

Una tarde, saliendo de un estudio radial en el que acababa de ser entrevistado, el compositor cubano Juan Rivera Prevot relató la historia de la que quizás sea su canción más emblemática: La Guarapachanga.

Nacido en una familia modesta de Guantánamo, Rivera Prevot, no había tenido oportunidad de estudiar ni desarrollarse en un ambiente cultural, al incorporarse Ejército Rebelde, con 26 años de edad, solo había logrado alcanzar un segundo grado de escolaridad, sin embargo, en su interior siempre estuvo presente el germen musical.

Algún tiempo después del triunfo de la Revolución cubana, se le asignó la tarea de dirigir un contingente de cortadores voluntarios de caña de azúcar en los campos del central Habana Libre, ubicado en la localidad de Caimito, en la actual provincia de Artemisa.

Los macheteros, poco habituados a una labor tan ardua, se cansaban y sufrían de laceraciones en las manos, por lo que con frecuencia abandonaban el trabajo para tomarse descansos durante los cuales exprimían las cañas, previamente machacadas para extraerle el dulce jugo, y también solían cantar al compás de la música que hacían golpeando los machetes con las limas.

Una mañana Prevot los sorprendió en ese trance y los regañó diciéndoles que no era hora de pachanguear, sino de cortar la caña para que el país tuviera el azúcar que necesitaba.

Al retirarse del lugar, en su cabeza no dejaban de sonar las palabras “guarapo” y “pachanga”, envueltas en el contagioso ritmo que los macheteros sacaban de sus instrumentos de trabajo.

Sacó de uno de sus bolsillos un papel, en el que ya había escrito por una cara, y un lápiz muy usado, y en medio de la guardarraya escribió la letra de la guaracha que luego se convertiría en todo un éxito.

Mientras regresaban al campamento, tarareó a sus subordinados el ritmo que había ideado, y fue tanto lo que lo corearon que se le quedó grabado en la mente hasta que se pudo llevar al pentagrama.

Anteriormente ya este novel compositor había escrito otra canción, titulada Se corre el rumor, pero no tuvo el éxito de La Guarapachanga, una canción cubana que asegura que “si tomas guarapo por la madrugada lo bueno se queda y lo malo se va”.

El título se hizo famoso a través de Chapottin y su Estrellas, en el que brilló la indiscutible voz de Miguelito Cuní, y recién se incluyó una versión en el fonograma A mí qué-Tributo a los clásicos cubanos de la Egrem con el Septeto Santiaguero con Alexander Abreu, José Alberto “El Canario”, y otras versiones con Osain del Monte & El Puro.

Esta pieza es todo un icono de la música cubana, por el asunto a que hace referencia su letra, por la forma en que se compuso, y por ser una guaracha, que es uno de los géneros más autóctonos.

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