Poeta Bautista Torres Pérez

Bautista Torres Pérez… una vida contada en décimas

Veinte años lleva Juan Bautista Torres Pérez dedicado a la poesía. Es esa su mejor forma de expresarse, de relacionarse con el mundo, contar su verdad. ¿Se considera escritor? -pregunto- Eso dice la gente que me lee -afirma- y los especialistas del Centro provincial del Libro y la Literatura. Así que debo serlo. Además, si bien no hay ningún título que diga que lo soy, ahí están mis cuatro textos como testigos de una vida dedicada, sobre todo, a crear décimas”.

Juan tiene 84 años, y asegura que no recuerda en ese tiempo un momento en que no estuviese leyendo o componiendo. Aun cuando gran parte de su niñez, adolescencia y juventud (allá en Granma, en el poblado de Media Luna, tierra de Celia Sánchez Manduley) fue semianalfabeto. 

“Apenas sabía leer y escribir, pero me dedicaba a cazar los periódicos, los volantes de la propaganda política que antes de la Revolución caían en el pueblo para convencernos de votar por un gobernante que prometía cambiar Cuba. No fue hasta que triunfa la Revolución que pude aprender a escribir bien y de ahí asumir más seriamente mi pasión”.

Torres Pérez escribe de todo y aunque en su aval apenas acumula unos pocos títulos, desde antes de ser descubierto por la Editorial El Mar y la Montaña, asegura que tuvo más de un centenar de poemas que yacen perdidos por el tiempo, el desconocimiento y la falta de oportunidad… por suerte llegó la Caravana de la Libertad a tiempo para darle voz a la montaña.

“Como soy de procedencia campesina la mayoría de mis escritos hablan del campo, y claramente que de ahí nace mi inclinación a las décimas. Hago estrofas, sonetos, cuartetas… me gusta creer que soy poeta y no solo decimista. Pero mi fuerte es la décima, esa que escuchaba cantar en las fiestas, la que improvisaban niños y adultos, la que me hizo reír y usé para enamorar...

“Además, esta es muy fácil de aprender por su estructura. Tanto que en la familia, aún siendo colonos cañeros, se dominaba bastante esa forma de creación literaria, aunque no teníamos antecedentes de escritores en el hogar, pero sí se cultivaba en la vida cotidiana, con sus rimas, versos… como la aprendimos del literato español Vicente Espinel, porque la décima es española, no cubana, pero nosotros la acogimos y la hicimos nuestra”, dice.

Pasión de decimista

Juan Bautista comenta que si bien por un tiempo la décima tuvo una recaída, hoy siente la alegría de verla renacer de la mano de los medios de comunicación y las juventudes, así lo demuestran proyectos como Oralitura Habana.

“Para mí no hay mejor forma de cantarle al mundo que decimando. Hace más atractiva la historia, sirve para aconsejar al hombre y mis libros tienen esa particularidad; no me gusta quedarme con una visión meramente contemplativa de mi entorno, cuando escribo es para dejar una huella, una enseñanza.

“Guateque Silvestre es un ejemplo de ello. En ese manuscrito cantan los animales, pero en primer lugar cada uno tiene su tono particular y su historia, que está íntimamente ligada a las características de su ser y también a las relaciones con el hombre. 

“Claro que todo cuanto he logrado ha sido fruto de mucho estudio y perseverancia, en busca de un estilo propio… desde aquellas primeras estrofas que hice (aunque no estén compiladas en ningún lugar) cantándole al cumpleaños de algún familiar hasta hoy, mucho ha pasado y cada día ha sido una lección imprescindible para alcanzar el estatus de hoy como escritor”.

Juan Bautista nunca antes de 1959 pensó pisar una escuela, sin embargo el cambio que implicó la Revolución fue tanto, que de semianalfabeto pasó a convertirse en un prestigioso profesional militar que por 35 años se dedicó a la especialidad de Tanque y transporte e incluso fue a Moscú.

“Luego estudié en la academia superior de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, en La Habana, porque allá en Moscú aprendí de la técnica, pero apenas dominaba la vida militar y tuve que pasar también la academia cubana que completó mi preparación. Yo tenía muy buena memoria, así que no pasé trabajo alguno para especializarme y quedar entre los mejores. 

“Ahora sí, te digo que jamás me desligué de la escritura, esa pasión me corroía y apenas me jubilé de las FAR empecé en un taller de literatura para adultos. Nunca imaginé que de ahí saldría en 2005 mi primera obra Cada paso es un testigo. Ese libro fue la sumatoria de todos esos versos que perdí durante años escritos en cualquier papel y que solo conocieron mis amigos y familia.

 “Pero como te digo una cosa, te digo otra. Ahora es que yo me doy cuenta que componía décimas, porque tú no tienes que saberte la estructura de ese tipo de texto para escribirlo. Hay quien nace con ese don.

“Después de Cada paso es un testigo vinieron otros libros más, de poesía todos. Decidí que ese era mi camino y al leer y estudiar a más escritores, en especial a los españoles, comprendí que me gustaba ser poeta. 

“Yo he sido muy estricto con mis textos, no me gusta hacer nada que se parezca a la obra de otros, hay mucha gente que para triunfar hoy termina copiando estilos que están a la moda, yo no puedo hacerlo y si lo veo lo critico.

“De hecho, fue ese ejercicio de depuración de las letras guantanameras mi mayor afán durante el tiempo que trabajé en el Centro de Casas de Cultura al frente de la manifestación de literatura. En los municipios me busqué problemas por eso, hay quien no entendía que copiar no es solo usar las mismas palabras textuales de algo, que no hay nada mejor que lo auténtico”.

Lector ante todo, luego poeta

Para Juan Bautista Torres Pérez no hay tiempo más placentero que el que se dedica a crear, y mejor si lo que haces resulta atractivo y útil a los demás.

“Mis libros han obtenido premios en Holguín, en Granma, en la feria del libro de aquí, incluso han ido a Pinar del Río y se venden cantidad. Bueno decirte que todos se han agotado, menos mal que guardo mis propios ejemplares. 

“También parte de mi obra está en la formación de otros decimistas, que en el tiempo que estuve en Cultura Comunitaria bebieron de mi savia y aprendieron de cada señalamiento que hice y mis exigencias. Ser escritor no es fácil, lleva mucho sacrificio, horas de trabajo, de lectura… yo confío que todos esos consejos le habrán servido a mis alumnos y eso me reconforta. 

“Sí te digo que siento que la décima aquí en Guantánamo necesita más empuje. Hay sitios como Baracoa, Niceto Pérez, El Salvador que tienen potencial, pero hay que dedicarle más tiempo y dedicación a esa formación.

 “Sobre todo debemos incentivar más la lectura. Yo no paso un día sin leer, aunque sea una página de un libro. De hecho, traigo dos o tres conmigo siempre y mi mujer me pelea por los que tengo hasta encima de la mesa, en la cama… la verdad es que forman parte de mi vida, tanto así que donde quiera que he estado he dejado como huella un librero, testimonio de esa pasión por literatura que me llevó por la ineludible senda de la poesía”, concluye.

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