Mapas de las anomalías de las temperaturas de superficie en el océano Pacífico durante fuertes episodios de La Niña y El Niño

Tiempo 360: El Niño, poderoso motor del clima mundial

El fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) ha sido objeto de gran interés y estudio en el campo de la meteorología. Su impacto en los patrones climáticos a escala global lo convierte en un fenómeno de gran relevancia, con repercusiones significativas en diversos sectores. Aunque hoy en día se habla mucho del fenómeno atmosférico en las redes sociales, aún existe desconocimiento sobre sus particularidades. En este artículo exploraremos la naturaleza, causas y efectos del ENOS.

Empecemos por el nombre y su origen. El curioso nombre de El Niño no fue acuñado por un renombrado científico, sino que fue atribuido por los pescadores del norte de Perú y Ecuador en el siglo XIX. El término tiene sus raíces en la observación de los pescadores de la región, quienes notaron un incremento inusual en las temperaturas del océano y cómo se veían afectados sus patrones de pesca con la reducción de las capturas.

Este incremento en la temperatura superficial del mar ocurría alrededor de la época de Navidad, coincidiendo con el nacimiento del Niño Jesús en la tradición cristiana. Esta observación los llevó a llamar a este fenómeno El Niño en referencia al evento religioso.

Las investigaciones posteriores demostraron que ocurría un evento de signo contrario, cuando en vez de calentarse la superficie de la mar esta se enfriaba, esto junto a otros procesos, ocasiona consecuencias atmosféricas y oceánicas diferentes. Los expertos pensaron ponerle El Viejo, pero los periodistas acostumbrados a redactar titulares atractivos que generen interés en sus lectores le pusieron La Niña.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) describe a El Niño-Oscilación del Sur como “un fenómeno natural recurrente caracterizado por fluctuaciones en las temperaturas del océano en el Pacífico ecuatorial, junto con cambios en la atmósfera, que tienen una gran influencia en los patrones climáticos en varias partes del mundo”.

Un error común es pensar que el ENOS es una consecuencia directa del Cambio Climático. Tras realizar estudios de paleoclimatología mediante el análisis de sedimentos, se ha podido datar episodios de El Niño ocurridos miles de años atrás.

En la historia también encontramos indicios de que El Niño lleva siglos entre nosotros. Según los autores Roberto Villalobos Flores y José Alberto Retana, los escritos de los colonos españoles de los asentamientos a lo largo de las costas de Perú y Ecuador, que datan desde el siglo XV, dan alguna evidencia de la presencia de El Niño al describir situaciones relacionadas al comportamiento climático y marino típicas durante este fenómeno.

Aunque existen referencias en la literatura y se llevaron a cabo importantes investigaciones durante la primera mitad del siglo XX, no fue sino hasta la década del 60 que el meteorólogo Jacob Bjerknes, residente en Estados Unidos, estableció una relación entre “la corriente El Niño” y las variaciones climáticas en diferentes partes del mundo.

Y, a pesar de que no es consecuencia directa del Cambio Climático, la alteración de los patrones climáticos pudiera estar incidiendo en la frecuencia e intensidad de los eventos. Así lo refleja la Organización Meteorológica Mundial en su sitio web: “Todavía no hay pruebas concluyentes del impacto del cambio climático en la frecuencia y la intensidad de los fenómenos de El Niño/La Niña. Sin embargo, es probable que el cambio climático afecte los impactos relacionados con El Niño y La Niña en términos de intensidad y frecuencia de los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos”.

• Los eventos ENOS y su asociación con la sequía en Cuba

El ENOS consta de dos componentes: uno oceánico, compuesto por El Niño y La Niña, y uno atmosférico conocido como Oscilación del Sur. Además, cuenta con tres fases: El Niño, La Niña y una fase neutral. Durante un episodio de El Niño, fase cálida del ciclo, ocurre un calentamiento anómalo a gran escala de las aguas de la superficie del mar en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial y cambios de la circulación atmosférica tropical (es decir, el viento, la presión y la precipitación).

Tiene un período de recurrencia aproximadamente de dos a siete años y puede extenderse hasta 18 meses. La fase opuesta seria La Niña, fase fría del ENOS, momento en que ocurre un enfriamiento anómalo a gran escala en la superficie marítima en la misma zona del Pacifico ecuatorial y un incremento de los vientos del Este, produciendo variaciones climáticas opuestas a las de El Niño, con una duración de hasta tres años.

Pronóstico Probabilístico ENOS

Otra característica del ENOS es que no hay dos eventos iguales. Los efectos de cada evento dependen de la intensidad, duración y época del año e incluso no todas las regiones del mundo se ven afectadas.

• El Evento ENOS, la QBO y su influencia sobre Cuba y mares adyacentes

¿Qué consecuencias tiene para nuestro país?

Habitualmente El Niño influye sobre el comportamiento del clima en Cuba con déficits de las precipitaciones en los meses comprendidos entre julio y octubre, así como temperaturas por encima de sus valores medios históricos.

La mayoría de los años más calurosos en la nación antillana son aquellos en que se desarrollan los eventos de El Niño. La mayor influencia de este evento se produce en el período noviembre-abril, principalmente entre enero y marzo, cuando nuestro clima se hace más lluvioso que lo normal y también en ocasiones más tormentoso.

El Niño también influye en la temporada ciclónica del océano Atlántico, disminuyendo la frecuencia de formación de huracanes; esto último debido al incremento de los vientos superiores, también conocidos como vientos cortantes o cizalladura, aunque la temperatura superficial del mar juega un papel crucial, como quedó demostrado en la temporada de huracanes del 2023, cuando, a pesar de encontrarnos bajo la influencia de El Niño, esta resultó muy activa, debido a las muy elevadas temperaturas en el océano Atlántico tropical.

La Niña implica usualmente inviernos más cálidos y de menor cantidad de frentes fríos, lo que significa inviernos también más secos. Los vientos cortantes disminuyen, haciendo posible un incremento en la formación e intensificación de ciclones tropicales y se incrementan las precipitaciones durante el período lluvioso.

Previsiones para este 2024

El pasado 8 de febrero el Centro de Predicciones Climáticas de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos de América, actualizó las probabilidades oficiales del ENOS. El Centro Climático emitió una Vigilancia de La Niña, ya que se considera que son favorables las condiciones para el desarrollo de La Niña en los próximos 6 meses.

Agrega el documento que se espera una transición de El Niño a condiciones neutrales para los meses de abril-junio con un 79 por ciento de probabilidades. A partir de junio-agosto se eleva a un 55 por ciento la probabilidad de que tengamos el desarrollo de un evento La Niña. Entre agosto y noviembre la probabilidad de que tengamos La Niña de regreso supera el 70 por ciento.

La alta probabilidad de que vivamos otro ciclo de La Niña, coincidiendo con el pico de la temporada de huracanes, combinado con las esperadas temperaturas elevadas en la superficie del océano Atlántico tropical para este 2024, consensuan el criterio de no pocos especialistas y modelos de pronósticos independientes que vaticinan una próxima temporada muy activa.

En los próximos meses se emitirán los pronósticos oficiales del Instituto de Meteorología de Cuba, universidades y otras agencias de medio ambiente reconocidas a nivel mundial, momento en el que tendremos una mayor claridad de lo que nos depara el futuro meteorológico.

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