Abr, 2024.- Bonita la jornada de hoy para homenajear a una guaimareña que escribe con el corazón y sus palabras calan en el alma como pétalos de rosas prestos a perfumar la vida de chicos y grandes.
En este Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil se vale aplaudir la capacidad de crear de Nitza Núñez Valdés, cubana querida y respetada por sus cualidades humanas.
Premios y distinciones avalan su talento. La nobleza y sencillez infinitas destellan en sus ojos, en la manera de recibir al visitante dispuesto a dialogar y descubrir anécdotas que delatan su pasión por las letras, y es que la protagonista de esta leyenda hace suya la máxima de tratar a los seres humanos como personajes a los que hay que brindarles las mejores atenciones.
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Dos libros inspirados en los infantes vieron la luz y lograron alcanzar el momento exacto para dejar hablar a la madre naturaleza; es allí donde radica el secreto de sus obras. El saber escuchar, reflexionar, aprender, ser solidarios y recíprocos posibilita el intercambio espontáneo entre Nitza y los pequeños de casa.
Dueña de su propio universo integra la nómina del Taller Literario Municipal Pablo de la Torriente Brau, gremio paciente, delicado, sutil y sobre todo amable de la individualidad de cada quien, abriendo levemente las puertas del paraíso literario para que la curiosidad y el amor se encarguen de hacer el resto.
Desde un espacio cobijado por la humildad nace la entrevista
Periodista: ¿Es Nitza escritora por afición o por casualidad?
Nitza Núñez Valdés: Por afición. Recuerdo que a los cuatro años de edad me aprendí el poema La niña de Guatemala. En su tiempo libre mi papá acostumbraba a leerme la obra de José Martí. Sabes, no me cansaba de decir que quería ser como él. Así, entre sueños y anhelos germinó mi primer trabajo, luego se sumaron otros hasta que convertí aquella quimera en el más preciado de los oficios.
P: Entre el público adulto y el infantil prefiere el segundo ¿Por qué?
N.N.V: Los niños despiertan en mí algo muy especial. Los veo como esos hombres grandes, con la mente llena de fábulas, cariño todo el tiempo, sin maldad ni hipocresía. Amo crear para ellos.
P: Como arquitecta de sus poesías ¿Qué tácticas utiliza para enamorar a los chiquilines, sin lugar a dudas, muy exigentes?
N.N.V: Me entusiasma compartir con los chicuelos. Entró mágicamente en su hechizante mundo. Me transfiguro en una ranita, un delfín, una paloma, en el árbol que les gusta. Sonrío porque me paran por la calle para plantearme dudas y me cuentan pasajes de su existencia que me ratifican cuán inteligentes son.
P: Sus creaciones vienen siendo algo así como suelos fértiles y profundos. ¿Cierto o falso?
N.N.V: No voy a entrar en esto de que mi existencia me convirtió en esa Nitza diciendo lo que sentía. Siempre he querido tener un color para mi historia y es lo que he tratado de hacer desde que hice del arte de escribir mi mayor fuente y fortuna.
P: Para los infantes cubanos y en especial los guaimareños contar en su mesita de noche con los textos Una boda en Charca Dulce y Andanzas y Acertijos, los estimula, por ejemplo, a valorar la tenue neblina o el rocío que cubre las hojas de las plantas dándoles un sortilegio especial ¿Es la naturaleza un embrujo permanente en su quehacer?
N.N.V: El entorno que me rodea es un símbolo. Al admirar una planta y disfrutar de la llovizna no solo se refresca el ambiente, también, mi carácter visionario se acrecienta. El toque silencioso del invierno me exalta, la primavera me conquista, el otoño me traslada al pasado inolvidable, y el verano revela, como las páginas de un libro, el asombro y los deseos inmensos de saber que la naturaleza y sus bondades siempre me acompañan.
P: En Nitza Núñez Valdés todo se complementa, de esa fusión brotan verdaderas joyas vistas como el acto glorioso de una dama emprendedora orgullosa de agregar al planeta tierra sus matices pintados con la energía de las palabras que le permiten ser reconocida como el hada alegre que escribe para los niños.
