Abr, 2024.- La historia de Cuba nos hace portadores de una promesa y, al mismo tiempo, nos convoca a salvaguardar los hechos y acontecimientos que nos enorgullecen como pueblo y nación.
Visitar Bayamo, recorrer sus calles populosas y admirar de cerquita la casa natal de Carlos Manuel de Céspedes me permitió caminar por la ruta adecuada, capaz de saciar mi sed de repasar anécdotas del Padre de la Patria en el mismo corazón de la ciudad que jamás lo olvida y le ofrenda la más respetuosa de las reverencias.
Confieso, para mí la curiosidad es una invitación a no quedarme en la orilla con las redes en la mano, sino a seguir tras la búsqueda de lo novedoso e incrementar conocimientos relacionados con el ímpetu, valor, audacia y destreza de los héroes y mártires representativos de la mayor de las Antillas.
Al entrar en el recinto, que atesora tantas leyendas de Céspedes, sentí el grato sabor de una iniciativa amorosa con la que el patriota acude al encuentro y me invita a redescubrir las esencias de su vida dibujada en etapas pletóricas de desafíos, decisiones, proyectos, empeños y sueños.
Cada espacio del hogar colonial me condujo al hombre que supo describir con acciones el significado de la exclamación ¡Pasión por la patria! Estuve allí, cerca de su cama, testigo de la ternura, de su ardorosa intimidad con su esposa Ana de Quesada y Loynaz.
Frente al espejo que adorna uno de los salones ubicado en el segundo piso observé el reflejo del ir y venir de los hijos de la urbe plena de libertad y justicia social, orgullosos de dignificar al independentista que el 10 de abril de 1868 liberó a sus esclavos y convocó a todo un pueblo a la lucha que tenía que partir necesariamente con la abolición de la esclavitud.
¡Qué andar tan maravilloso! Hoy en el aniversario 205 de natalicio del sempiterno bayamés rememoro la inolvidable travesía con el mismo entusiasmo de aquel día donde la mayor de las alegrías se tradujo en atención esmerada por parte de los trabajadores del Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes, equipo de especialistas y técnicos que acudieron al encuentro y se hicieron presente en cada sonrisa, abrazo, en cada intercambio.
Al finalizar el recorrido me percaté que estos hombres y mujeres forman una gran familia presta a resguardar el legado del patriota por siempre vívido en las encumbradas paredes de su primer cobijo.
