Abr, 2025.- Sitios emblemáticos de mi Guáimaro, refugios donde la historia se encarna y nos envuelve, compartida y celebrada por todos los que la habitamos.
Entre el cielo y la tierra que nos sostiene, la distancia es breve; cada rincón resplandece con la luz humana, esa que ni las sombras ni los apagones prolongados han podido mitigar. La esencia del guaimareño se nutre de un profundo humanismo, del ir y venir incansable, de la lucha cotidiana revestida de una resiliencia que palpita y se reafirma en las vivencias de niños, jóvenes y adultos. En sus calles, cada paso refleja orgullo, esa satisfacción que no decae pese a las heridas de una crisis energética que golpea con dureza, pero nunca con fuerza suficiente para derrumbar el espíritu de su gente.
Desde el Obelisco del parque Constitución, la brisa trae consigo el aliento de los guerreros, de los grandes independentistas que lucharon por un ideal noble. En el Complejo monumental Museo-Mausoleo que resguarda los restos de la insigne patriota camagüeyana Ana Betancourt de Mora, cada escalón es un homenaje a la esencia de la mujer, especialmente la guaimareña, comprometida con la vida y decidida a que sus acciones no mueran, sino que florezcan.
Este es el poblado protagonista de la firma de la Primera Constitución de la República de Cuba en Armas. El tuyo, el de ellos, el de todos, el mío, terruño dividido por la Carretera Central, donde el norte y el sur confluyen en una expresión única y poderosa:
¡Guáimaro, te mereces todo el amor que siempre intentas darle a tus hijos! (Foto tomada de Facebook)
