Abr, 2024.- Rosa María, la profesora de Historia, preparó un encuentro memorable. Chicos y grandes se unieron en la semana de receso escolar para rememorar pasajes de la historia patria.
El primero en hablar fue David, pionero de nueve años, nieto de Tomás, el octogenario más experimentado y jaranero de la comunidad.
Davicito, como le llaman muchos, recordó lo acontecido el 13 de abril de 1961. Ese día fallecía Fe del Valle, víctima del sabotaje imperialista a la tienda El Encanto. A pesar de los esfuerzos realizados, el incendio de grandes proporciones provocó el desplome del edificio.
Atentos a lo expuesto por el infante, los rostros bisoños reflejaban tristeza, sensación multiplicada en los adultos conocedores de las leyendas y proezas del pueblo.
A la interesante plática se sumó Rosario, la costurera más popular, fidelista siempre y cubana ciento por ciento. Con sus manos lastimadas por el paso del tiempo, gesticulaba y señalaba en un libro de memorias imágenes relacionadas con los bombardeos mercenarios a los aeropuertos militares de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, en La Habana, y al de Santiago de Cuba.
Destacó que, varias personas murieron, entre ellas niños, damas y combatientes ejemplares, como Eduardo García Delgado que, herido mortalmente, escribió sobre una puerta, con su sangre, el nombre de Fidel.
Después de aquel suceso, Miguelito el trovador rememoró el 16 de abril del 61, imposible olvidar la proclamación del carácter socialista de la Revolución por el líder inmortal Fidel Castro Ruz. En el sepelio de las víctimas retumbó la voz del Comandante con aquella afirmación certera, sin dudas, la flor más hermosa que se pudiera ofrecer a los caídos en la horrenda agresión yanqui que enlutó a obreros y campesinos, hombres y mujeres humildes de la patria.
La calidad de la conversación despertaba más interés. Carlitos, atraído por los comentarios, presentó a todos su juguete favorito, contó que amaba las historietas y conocía al dedillo las aventuras de Elpidio Valdés. Sueña con ser en el mañana un representante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) por eso, en su mesita de noche, cuida con recelo un carro de combate, obsequio de su papá en una de sus más recordadas fiestas de cumpleaños.
Todos detectaron su sonrisa y la alegría desbordante cuando pidió cantar felicidades a los tanquistas que el venidero 18 del presente mes celebrarán su día especial.
Tras 63 abriles de eficaz desempeño en la salvaguarda de las conquistas revolucionarias, las tropas blindadas cubanas merecen el mayor de los homenajes.
Aplausos y vítores se escucharon en el pequeño espacio escogido para confraternizar. Allí, en aquel portal rodeado de un jardín exuberante, cuidado y protegido por su dueña, la jubilada Maritza, también, centelleó la epopeya de Playa Girón, primera gran derrota del imperialismo yanqui en América, bautizo de fuego del que germinó y brotó como la espuma el amor indescriptible por Cuba.
Con el abrazo apretado y el beso agradecido culminó la cita catalogada por todos como un contacto pletórico de pasión por el verde caimán que parece reposar en las aguas del Caribe.
