La especialista de programa cultural María Aleida Aguiar Santana ha dedicado 30 años de su vida laboral a la Biblioteca Pública Gener y Del Monte de la ciudad de Matanzas. Tres décadas supervisando el programa de actividades de una institución que la acogió desde bien joven y que hoy siente como su segundo hogar.
—¿Cómo fue que comenzaste a trabajar en la biblioteca?
—En septiembre de 1995. No me formé como bibliotecaria desde el inicio, o sea, estudié una carrera de letras con un perfil pedagógico, licenciatura en Español y Literatura, y trabajé un tiempo en el Instituto Superior Pedagógico Juan Marinello, de Matanzas, como profesora.
“El director que estaba entonces en la biblioteca, Orlando García Lorenzo, me mandó a buscar. Lo llamábamos cariñosamente Orlandito, y fue además uno de mis profesores.
“En esos tiempos necesitaba una persona que estuviese al tanto de las actividades, o sea, la coordinación, que eran muchísimas: coloquios, conferencias magistrales, lecturas, presentaciones de libros, recitales de poesía.
“Incluso, muchos de esos eventos eran de nivel nacional, se trasladaban a la ciudad escritores de todo el país, principalmente de La Habana. Mi trabajo consistía en coordinar que las actividades salieran perfectas, que todo estuviera donde tenía que estar, en el momento preciso y que no se descuidara ningún detalle.
“Asumí también lo relacionado con la superación del personal, toda la programación y la parte de los eventos. Era una plaza un poco amplia. Como estaban las cosas, no había tanta especialización en estas cuestiones, y fue lo que terminé haciendo en la Biblioteca hasta el día de hoy.
“Cabe destacar que Matanzas fue pionera en este tipo de plazas para las bibliotecas públicas. En 1996 me dieron la tarea de crear un frente que atendiera programas culturales, que abarcara todo esto que te he contado. Así, finalmente, le dieron el nombre a la plaza de Especialista en Programas Culturales, como se llama hoy”.
—¿Cuál valor crees que tienen las bibliotecas públicas en Cuba?
—Las bibliotecas, sobre todo en el caso de nuestra ciudad, que solo tiene la Gener y Del Monte, son sumamente importantes, porque constituyen una especie de panteón para la literatura y la cultura en general.
“Son el alma de las ciudades, son ese lugar seguro al que puedes ir a desconectar, a aprender, a pasar tiempo de calidad con uno mismo. Por ello, en medio de esta vida tan difícil y ajetreada que vivimos, la importancia es capital.
“Desde que uno comienza a relacionarse con los libros, con las narraciones, la biblioteca juega un papel fundamental dentro de cada familia, o al menos así debería ser. Ya luego viene la etapa como estudiante. Muchas de las bibliotecas escolares presentan carencias que las bibliotecas públicas suplen.
“Recalco que nuestra principal función es promover y preservar la literatura, pero aquí tenemos de todo un poco, solo hace falta buscar.
—¿Cómo podría mejorar el servicio de nuestras bibliotecas públicas?
—Agradezco la suerte, después de tantos años, de ver funcionar de nuevo la Sala General y de Literatura de la Biblioteca Provincial. Es todo un placer poder haber visto otra vez estas puertas y ventanas abiertas.
“La recuperación de este inmueble como biblioteca, que fue en su momento un Casino Español, ya de por sí aportó mucho valor a nuestra institución, porque brinda un espacio increíblemente hermoso a los lectores matanceros.
“Es cierto que tal vez no tengamos el mobiliario ideal, que la colección haya sufrido determinada merma, como es lógico. Sin embargo, el hecho de que estas puertas vuelvan a abrirse, que estas salas y estos estantes vuelvan a tener encima las manos de usuarios y trabajadores, ya con el fin de buscar y de poder leer, me parece un logro colosal.
“Por otra parte, está el tema de la tecnología; el mundo se nos fue adelante y nosotros nos hemos quedado atrás. No contamos con un sistema de consulta online, con un repositorio funcional y útil que brinde acceso a libros digitales, entre otras muchas ideas que podrían volver más atractivo el servicio que prestamos.
“Nos haría falta una conexión a Internet de calidad, computadoras, tabletas para leer; toda una inversión, con la que no se cuenta, para digitalizar la biblioteca y, de esta manera, llegar a más público joven y adolescente.
“Creo que eso sería uno de los puntos fundamentales en los que ojalá pudiéramos trabajar pronto, porque es muy necesario. Ya hubo un tiempo en que la biblioteca, aún con la Sala General cerrada, tuvo un pequeño sitio de navegación en el edificio de la Sala Infantil. Allí la gente venía a conectarse y buscar información, lo cual atraía mucho público.
“La falta de transporte es otro problema que nos golpea. Nos gustaría realmente que esta institución fuera de fácil acceso para personas de toda la provincia, una especie de punto de encuentro para disfrutar de la literatura y de nuestros espacios culturales.
“Aquí viene todo el mundo: el que busca leer la prensa, el que indaga sobre un tema o autor determinado para un trabajo investigativo y hasta el que solo tiene interés en encontrar un nuevo libro para leer por el mero placer de hacerlo. Mientras más necesidades de los usuarios podamos satisfacer, mejor será el servicio que estaremos prestando.
“Trabajar aquí es la mitad de mi vida, la laboral y la personal. Imagínate que me jubilé y volví, y no solo porque el salario hace falta, que también; sino que este lugar es especial, es mi zona de confort, es un espacio por el que vale la pena luchar. Espero trabajar aquí hasta que las fuerzas me lo permitan y, aun así, estoy segura de que regresaré, por instinto.
“La labor que hacemos aquí, todos, es muy importante. Mirado desde afuera, puede que no se calcule; pero mis compañeros son hormiguitas laboriosas, en cada uno de los departamentos, velan por que todo salga bien”.