San José, 26 may.- Costa Rica preserva hoy en una institución especializada a cinco ejemplares de capibaras, especie viviente de roedor clasificado como el de mayor tamaño y peso del mundo, informó el Diario Extra.
Los animales permanecen bajo cuarentena en el Rescate Wildlife Rescue Center, de la norteña provincia de Alajuela, región donde fueron rescatados.
El quinteto de capibaras, pertenecientes a la familia de los cávidos de Sudamérica (Hydrochoerus hydrochaeris), fueron llevados a esa entidad para su atención y evaluación veterinaria, luego de ser decomisados en la localidad de Orotina mediante un operativo policial a vehículos, agregó el diario.
“Tenemos que ver que durante su cuarentena de un mes estos capibaras injieran alimentos, ganen peso, se habitúen al ambiente y al manejo que nosotros les damos para poder liberarlos, porque no sabemos exactamente de dónde son”, declaró la médico veterinaria del centro de rescate, Isabel Hagnauer.
Pero ahora –aclara- “nosotros somos solo custodios de esos animales y el que tiene la potestad sobre ellos es el Sistema Nacional de Áreas de Conservación, de cuyos expertos estamos a la espera de indicaciones”. Según la especialista, esa entidad ofrece posibilidades “para que se queden con nosotros, o en cualquier centro de rescate zoológico del país, pues, aunque los capibaras no son nativos de Costa Rica, su adaptación al clima local es una posibilidad real”.
Hagnauer asegura que “si los capibaras se adaptan bien y se reproducen, podrían afectar los hábitats naturales del país debido a su gran tamaño y requerimientos alimenticios. Es una especie que come mucho, y un grupo grande podría generar un desbalance ecológico considerable”, concluyó.
Para otros expertos, se trata de “un riesgo”, porque los capibaras pueden llegar a pesar entre 40 y 50 kilos, y su dieta diaria ronda los dos kilogramos de hojas, por lo que una población establecida podría consumir grandes cantidades de vegetación y alterar los ecosistemas locales.
De acuerdo con la veterinaria, “los ejemplares se encuentran aún en estado juvenil y llegaron con signos de deshidratación y delgadez. El más grande pesó siete kilos y el más pequeño dos kilos y medio. Los más chicos están bastante delgados, pero, por suerte, están comiendo y tomando agua”.
La especialista observó que los cinco capibaras “están un poco asustados todavía y muy nerviosos. Estamos tratando de manejar eso para que permanezcan lo más tranquilos dentro de lo posible y se vayan habituando”.
«Estos animales, pese a su apariencia tranquila –sentenció la doctora- no son aptos para tenerlos como mascotas».