Enero, 2025.- La Caravana de la Libertad, protagonizada por los barbudos del Ejército Rebelde con Fidel al frente, entró triunfalmente a La Habana, el 8 de enero de 1959; las escenas de júbilo con que el líder de la Revolución y su valerosa tropa es recibido en la capital del país venían repitiéndose desde la salida en Santiago de Cuba y a lo largo de todo el recorrido.
En su trayecto por la Avenida del Puertoven atracado en el muelle al yate Granma, el Comandante abordó la embarcación, acompañado por oficiales rebeldes; seguidamente, la marcha se desvió por la Avenida de Las Misiones y llegó al Palacio Presidencial. El paso triunfal se detuvo allí y Fidel pronunció vibrantes palabras desde la terraza norte.
El apoteósico recibimiento concluye con un acto de masas en el campamento militar de Columbia, donde el líder rebelde se dirige el pueblo y en un momento de su discurso mira al Héroe de Yaguajay para preguntarle ¿Voy bien, Camilo?, frase demostrativa de la confianza que el Comandante en Jefe sentía por el Señor de la Vanguardia.
Ese día Fidel le habla con la honestidad y el compromiso que le caracteriza y afirma “mientras el pueblo reía hoy, mientras el pueblo se alegraba, nosotros nos preocupábamos; y mientras más extraordinaria era la multitud que acudía a recibirnos, y mientras más extraordinario era el júbilo del pueblo, más grande era nuestra preocupación, porque más grande era también nuestra responsabilidad ante la historia y ante el pueblo de Cuba”.
Aquel histórico 8 de enero de 1959 Fidel Castro concluyó su discurso en el antiguo campamento militar de Columbia, aseguró con convicción profunda: “Sé, además, que nunca más en nuestras vidas volveremos a presenciar una muchedumbre semejante, excepto en otra ocasión-en que estoy seguro de que se van a volver a reunir las muchedumbres, y es el día en que muramos, porque nosotros, cuando nos tengan que llevar a la tumba, ese día, se volverá a reunir tanta gente como hoy, porque nosotros jamás defraudaremos a nuestro pueblo”.
En diálogo con el pueblo de La Habana Fidel alertó acerca de lo mucho que restaba por hacer y sobre lo cierto de que, lo más difícil, seguramente estaría por venir, y la gran mayoría de los cubanos confiaron en las palabras de líder y decidieron acompañarlo en el futuro que iban a construir, por el cual habían muerto miles de sus compatriotas.