Abr, 2025.- Cada día escuchamos hablar sobre la importancia de rescatar los valores humanos. Los medios de comunicación, como la radio y la televisión, llevan a cabo acciones encaminadas a este propósito. Por ejemplo, Radio Guáimaro incluye menciones dedicadas al tema que merece destacarse.
Es doloroso admitirlo, pero cierto: en todas las épocas han existido oportunistas dispuestos a generar indisciplina, desorden y caos. ¿Es correcto actuar de esta manera? Las conversaciones con amigos, vecinos y familiares a menudo reflejan expresiones como: “¡No respetan nada, llegan últimos y quieren ser los primeros!”, “¡Le faltan dos onzas a la libra de frijol!” o “¡Qué mal hablado es ese muchacho!”. Incluso, un simple cruce de miradas puede desencadenar groserías e, inevitablemente, una discusión.
Preocupa ver cómo algunos comentarios evidencian actitudes agresivas de individuos que, sin escrúpulos, llegan a atentar contra la vida de otros. Ante esto, cabe preguntarse: ¿Es justificable? Quienes actúan de esa manera no comprenden el significado de ser honrados, dignos o solidarios, ni pueden formar parte de quienes, día tras día, construyen un futuro pensando en el prójimo, apartando las individualidades y rechazando la envidia y la avaricia.
Aunque las necesidades del día a día puedan poner a prueba nuestro carácter, jamás debemos permitir que dañen nuestro corazón. Gestos simples como una sonrisa o un saludo pueden cambiar el mundo. El respeto, el apoyo mutuo, sentirnos útiles y valorados, contar con amistades sinceras y el verdadero amor son pilares que nos convierten en los seres más afortunados.
Si bien el dinero puede adquirir bienes materiales, nunca podrá comprar el cariño de la familia, el abrazo de un padre, las palabras tiernas de un hijo, la gratitud de un abuelo o la cercanía de nuestros seres queridos. Estos valores, lejos de ser sencillos, son fundamentales para construir una sociedad basada en la solidaridad y la empatía.
Cultivar valores humanos no es complicado; basta con un toque de bondad, una pizca de cariño y una gran dosis de amor y voluntad. Esto nos hará más fuertes para enfrentar desafíos complejos.
Antes de finalizar, quiero invitar a la reflexión: Somos cubanos. Rescatemos esos valores que nos caracterizaban, como la fe, el optimismo, el sentido del humor incluso en situaciones adversas, pero sobre todo, ese espíritu de pensar en los demás, de no dañar, de vivir con plenitud y amor.
Así lo pienso: debemos evitar dominar o abusar de los demás, no subestimarlos ni menospreciarlos. El respeto entre todos debe guiarnos hacia la solidaridad en las alegrías y dificultades. Solo creciendo juntos podremos construir el amor verdadero que perdure a lo largo del tiempo. (Foto tomada de Internet)