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Viaje de nunca jamás

Camagüey.- En un espacio del café del Cine Encanto, tuve la oportunidad de conversar con la artista peruana Sonia Cunliffe. Aún resonaban en la sala las imágenes de su videoarte “Operación Peter Pan. De ausencia en ausencia”, un trabajo tan íntimo como devastador, proyectado momentos antes en una pantalla justo a nuestras espaldas.

En el set, un viejo proyector de 16 milímetros permanecía inmóvil, como un guardián de recuerdos, similar a los que antaño acompañaban los recorridos del cine móvil por tierras rurales. Esta vez, el cine móvil acompañará la obra de la peruana en un viaje particular: uno donde la historia y el arte se entrelazan en un diálogo profundo y desgarrador.

Sonia ha llegado a Cuba desafiando los vientos de un ciclón, con un propósito claro: encontrarse con un camión especial, único en toda la isla, un camión con la fisonomía de los antiguos cine-móviles que transportaban sueños e historias a cada rincón del país.

Este vehículo, cuidadoso y orgullosamente mantenido por su chofer es un relicario rodante, una pieza de memoria histórica que ha elegido como escenario para su obra. El chofer y su camión encarnan un contrarrelato, un contrapunto cultural y emocional en el que la artista busca depositar su mensaje y, con él, las cicatrices de un pasado migratorio que aún duele.

En el café, Sonia habló con serenidad y compromiso. Con “Operación Peter Pan…” aspira a devolver la memoria, a tender puentes hacia un episodio a menudo silenciado en la historia de Cuba. Se trata de un viaje de ida hacia un pasado tan real y brutal que apenas parece posible: entre 1960 y 1962, catorce mil niños cubanos fueron enviados fuera de la isla, en vuelos de migración forzada, lejos de sus padres que, en su desesperación, confiaron en la esperanza de una pronta reunificación.

Publicado por Yanetsy León González en Jueves, 7 de noviembre de 2024

Aquel reencuentro, para la mayoría de ellos, nunca ocurrió. Este éxodo, que buscaba preservar la infancia y protegerla de lo incierto, se convirtió para muchos en una pérdida traumática, un viaje de nunca jamás que truncó la niñez y alteró el curso de sus vidas para siempre.

La propuesta de Sonia para la Bienal de La Habana se presenta como un ejercicio de memoria viva: el camión, convertido en sala de cine, recibirá a los espectadores como pasajeros de un recuerdo en movimiento. Las personas se subirán al transporte y, durante el tiempo de la proyección, realizarán el “viaje de nunca jamás”, reviviendo en carne propia el desgarrador tránsito que vivieron los niños cubanos, separados de sus familias y de su patria.

A través de este espacio artístico, Sonia quiere que el público reconozca este momento histórico, que lo viva con una sensibilidad renovada, y que, al menos durante un momento, permita que el dolor se abra paso y sea compartido, comprendido y sanado.

Con su narrativa no convencional, el video es perturbador; provoca una tensión emocional que cala hondo. Al final, pareciera que esa incomodidad es inevitable, necesaria. Pero verla y procesarla hoy, en la Cuba actual, adquiere un matiz distinto.

En medio de un presente cargado de apagones, carencias, y el embate de huracanes, donde la cotidianidad parece diseñada para desafiar nuestra fortaleza, esta obra también tiene algo de rescatista emocional. Los cubanos llevamos acumulada una carga que demanda espacio y tiempo para ser reconocida, sentida y atendida. En este contexto, el arte deviene un refugio, una especie de cura.

La artista peruana, que en la producción de contenido ha contado con la colaboración de la periodista cubana Maribel Acosta, parece entender esta necesidad. En esa experiencia, la tensión y el dolor se convierten en algo que también da pie a la catarsis, a ese espacio que tanto necesitamos para mirarnos y reconocernos en nuestras propias historias de lucha y pérdida.

Sonia nos recuerda que la memoria y la identidad necesitan atención, como si fueran otro músculo de nuestro ser. A través de este “viaje de nunca jamás”, los cubanos somos invitados a abordar el camión, a escuchar el eco de esa infancia perdida, y a encontrar en el arte un espejo que nos devuelve un reflejo de quiénes somos y de la fuerza que aún nos queda.

Al escucharla, sentí la intensidad de la misión. Mientras, imaginaba el camión avanzando por las calles de La Habana, llevando en su interior las resonancias de una niñez mutilada. Hay una poderosa metáfora en juego. “Operación Peter Pan. De ausencia en ausencia” revive como un recordatorio de un pasado compartido, que sigue viajando, como el camión, por las memorias de quienes aún buscan encontrar las piezas de su historia.

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