Héctor

La odisea transformista de Héctor Luis

Camagüey.- El suelo tembló con fuerza. Héctor Luis Leyva Cedeño, escritor y dramaturgo de Jiguaní, Granma, estaba en la calle cuando ocurrió. En medio del caos, pasaba una madre con su bebé. “Nos abrazamos queriendo protegerlo porque no sabíamos si aumentaba”, recuerda. Este instante de humanidad y temor refleja la esencia de su vida: marcada por movimientos inesperados, resiliencia y una notable vocación artística.

Héctor Luis se desplaza en una silla de ruedas, pero su narrativa no conoce fronteras. Su último libro, Mi vecino mitológico y otros cuentos transformistas, fue galardonado con el Premio Nacional Emilio Ballagas 2024 en Camagüey. Este logro, sin embargo, no llegó sin dificultades. Para asistir a la premiación, Héctor enfrentó un viaje épico: desde Jiguaní, abordó una guagua particular a las dos de la madrugada hacia Bayamo. No partieron hasta llenarse, cerca de las seis. En total, el trayecto de diez horas fue incómodo, en sillas plásticas y con múltiples paradas. Pero al llegar, fue recibido con calidez: “La sonrisa de la primera muchacha del Centro del Libro me hizo saber que valía la pena”.

En un panel sobre premios literarios, un miembro del jurado del “Emilio Ballagas” mencionó los problemas de psicología en los personajes de los textos presentados, un comentario que pasó casi inadvertido en ese momento. Sin embargo, durante la premiación, al anunciar a los finalistas y reiterar la observación en público, el comentario adquirió un matiz que parecía restar valor a la obra ganadora.

Ese señalamiento, innecesario en un acto de celebración, contrastó con el momento en que Héctor Luis subió al escenario para recibir su diploma y agradeció emocionado: “Camagüey ha hecho que me vuelva a sentir escritor, que me vuelva a sentir una persona querida porque los escritores a veces somos invisibles. Me voy lleno de amor de Camagüey”. Estas palabras hicieron llorar a esa persona del jurado que, minutos después, compartió un íntimo momento de lecturas con él, secándose las lágrimas mientras reconocía el impacto humano y literario del premiado.

UN ESCRITOR SIN BARRERAS

“La literatura tiene el don de que te leen a miles de kilómetros y nadie sabe que estás en una silla de ruedas”, afirma Héctor Luis. Para él, un libro compite solo, sin el peso de las circunstancias del autor. Pero no siempre es fácil; a menudo se encuentra con barreras relacionadas con su movilidad. “Nosotros te podríamos invitar, pero está difícil el transporte”, le han dicho en ocasiones. A pesar de esto, sigue adelante.

Sus historias son una oda a la transformación. En Los pies prestados (Ediciones Orto), un niño en silla de ruedas y otro travieso construyen una amistad entrañable. “Yo soy los dos personajes”, confiesa. Esta obra inspiró un corto de los Estudios de Animación del ICAIC que le permitió cumplir un sueño: jugar fútbol, aunque fuera de forma imaginaria. Es el tercer capítulo de la serie Cuentos para Federico. “Me encanta la versión casi más que el cuento”.

Héctor Luis aborda temas profundos para niños, desde la diversidad hasta la capacidad de cambio. Su obra busca conectar con los más pequeños desde sus referentes. “A los niños hay que hablarles de cosas profundas usando su lenguaje, hacerlos reír y pensar”. En su libro La familia Tan Tan (Ediciones Bayamo), cada miembro es “tan tan” algo (gordo, flaco, pequeño), y el niño protagonista se pregunta cuál será su propia “tantanidad”.

PROFETA EN SU TIERRA

Recibió los Premios Sigifredo Álvarez Conesa 2009 y el Premio Escaramujo 2013. Entre ambos años, justo en el 2011 mereció el Premio La Puerta de Papel del Instituto Cubano del Libro por su primer volumen, Cuentos feos (Ediciones Bayamo)

Desde su comunidad en Las Van, un barrio desfavorecido, impulsa espacios culturales y proyectos artísticos. Aunque el teatro infantil que dirigía, La Colmenita de Jiguaní, cerró después de cinco años por falta de recursos, sigue trabajando como asesor literario y formando a nuevas generaciones. “Intento ser profeta en Jiguaní, y siento el cariño de mi pueblo”.

La relación de Héctor Luis con Camagüey también es especial. “Es una provincia mágica, una plaza fuerte en literatura”, dice. Admira a escritores locales como Jesús Zamora y Elena Obregón, quienes también enfrentan discapacidades, pero han triunfado en su tierra.

FORJADO POR SUS LECTURAS

Héctor Luis creció en la escuela para niños en situación de discapacidad Solidaridad con Panamá, donde tuvo grandes maestros y la oportunidad de ser parte de La Colmenita, famosa compañía de teatro infantil de Cuba dirigida por Carlo Alberto “Tin” Cremata. Desde pequeño, se enfrentó a grandes responsabilidades y escenarios. Literariamente, se inspira en clásicos como Antoine de Saint-Exupéry, Onelio Jorge Cardoso y Lewis Carroll, cuya influencia se percibe en su poemario Alicia Maravillada (Ediciones La Luz)

Hoy celebra su éxito, no solo como escritor, sino como alguien que ha transformado cada desafío en una oportunidad de crecimiento. “Mi obra defiende la diversidad, no solo sexual, sino la de ser quien quieras ser, desde mi silla de ruedas o desde donde tú estés”. Héctor Luis Leyva Cedeño continúa su odisea, invitándonos a creer en la capacidad transformadora de las historias y la vida.

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