Teatro Sauto en Matanzas

Teatro Sauto: un orgullo nuestro

El Teatro Sauto cumplió aniversario el 6 de abril, y su imagen arquitectónica,  desde muchos ángulos de la ciudad de Matanzas impacta por su belleza y majestuosidad.
Sus olores, para los que lo han vivido desde adentro, nos acompañan, como una brújula, en cualquier lugar del mundo. 

Si de algo se siente orgullo, que es lo que conceptualizan como identidad, es del Sauto, Monumento Nacional, un símbolo de la ciudad de Matanzas, y de Cuba. Es un referente mundial desde el siglo XIX, una parte esencial de la condición  de llamarnos la Atenas de Cuba, que tanto enarbolamos, a veces sin conocer la historia, y la trascendencia que debe tener esta denominación para muchos de los implicados en que siga viva la tradición.

Sauto está unido a muchos, nos conecta con el pasado y con el presente y, especialmente, con el futuro. Los que estamos ahora, somos responsables de lo que legaremos a nuestros  descendientes. 

Es un espacio de comunión ciudadana, en el que se funde lo artístico, lo social, lo político, lo económico. Es así, desde que se unieron los fundadores para hacerlo posible, y los que durante siglos lo han hecho posible, defendiendo su integridad arquitectónica, su historia y significación social, en los más diversos  contextos.  

Entrar a esta edificación es dignificar el espíritu. Lo saben artistas de todo el mundo, que ansían actuar en su escenario, y la ciudadanía de la Matanzas actual, que guardó la ropa adecuada para volver a un Teatro restaurado y mítico. Nada es igual, más allá de los intereses artísticos, sin la presencia del Sauto.  

Sus trabajadores, los que he conocido durante años, también son muy especiales, llevan dentro la tradición, la historia, la ética teatral que se hereda y renueva. No importa el oficio, la obligación  o el salario. 

Felicidades a Kalec Alberto Acosta Hurtado y a su equipo, por ser una embajada de la nación y de la ciudad donde nos tocó nacer. 

Ante tanto espíritu, amor, entrega, ante todo lo que le debemos a Sauto generaciones de matanceros. Yo le regalaría, para el presente y futuro, tres cosas: como una prioridad, el ansiado aire acondicionado, que merece el confort de una institución de este tipo; un grupo electrógeno, como cualquier teatro del mundo, para que, aunque la ciudad se apague, el público viva otras vidas; asimismo, priorizaría un presupuesto extra al de las artes escénicas.

De esta manera, podrá mantener su dignidad, la belleza y simbolismo que lo hacen único; para que, con un sentido de lo que es defender lo nacional y lo más valioso de la identidad, lo más relevante de la cultura cubana e internacional que pase por nuestra Isla actúe en un escenario que es un sueño y una realidad, que hace que se vayan con el Sauto en sus maletas. 

Y en su historia, como escudo, la presencia del general Pedro Betancourt, la fuerza de Anna Pavlova o la voz de Bola de Nieve, los versos de Carilda Oliver o las imágenes de Ernesto Cruz, que lo poetizan, el magisterio titiritero de René  Fernández Santana. Son muchos. Un fragmento de la historia de un país.

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