Mar, 2025.- La mujer, sencilla y noble como las palomas, refleja en su andar cotidiano la coherencia entre lo que es y lo que piensa. Con una bondad genuina se muestra imprescindible y valiosa, siempre presta a irradiar su amor generoso dondequiera que esté y responder con la verdad y firmeza.
En cada jornada la memoria evoca a las heroínas que ya no están: las leales, las inquebrantables, las luchadoras. Todas ellas siguen siendo inspiración y compañeras de camino.
Jóvenes y adultas en la isla mayor de las Antillas promueven la unidad, aferrándose al tronco vital que es la vida, existencia que depende de los frutos para alcanzar la plenitud.
Es justo destacar a Ana Betancourt de Mora, insigne patriota camagüeyana, también a Celia Sánchez Manduley, la flor autóctona de Cuba, y a Vilma Espín Guillois, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Sus legados siguen siendo faros que iluminan a las nuevas generaciones, animándolas a enfrentar desafíos con la certeza de que juntas se pueden lograr grandes cosas.
La mujer, esa figura que educa y enseña sobre la importancia de la paz y la serenidad, defiende con dedicación la armonía del alma. Ella motiva a buscar su propio bienestar y a protagonizar su desarrollo personal, incansablemente busca, investiga, pregunta, trabaja y nunca se rinde.
En la región más oriental de Camagüey, las mujeres despliegan sus virtudes y fortalezas morales, se adentran en el conocimiento, adoptan actitudes positivas frente a cualquier tarea, alcanzan éxitos en sus emprendimientos y solidifican su salud emocional. Este esfuerzo las lleva a convertirse en líderes auténticas. (Foto Cubahora)