May, 2025.- Ningún hijo puede definir su identidad por sí mismo; es su madre quien le brinda vida, educación, cariño y afecto. Ella es ese ser excepcional que despierta en sus vástagos una multitud de sentimientos, recuerdos, valores, serenidad e ilusiones. Su amor infunde la confianza en el futuro y la certeza de que siempre hay un camino por recorrer.
Aunque es difícil precisar cómo lo logran, las progenitoras irradian un optimismo y una alegría inquebrantables, reflejados en la forma en que enfrentan la existencia. Poseen una vocación única, sustentada en el amor, fortalecida por la pasión y guiada por consejos que marcan el paso firme de quienes tienen la fortuna de aprender de ellas. No hay mayor herencia ni responsabilidad más grande.
¿Cómo describirlas? ¿Cómo olvidar sus gestos, sus abrazos, sus caricias? ¿Cómo desatender sus consejos? En cada historia de amor maternal se experimenta la dicha de venerarlas cada día más, por su sencillez, entrega incondicional y el sacrificio que asumen al construir y preservar el núcleo familiar.
¿Qué significa la palabra madre? Es luz en momentos de duda, refugio en tiempos de error, musa del perdón y la acogida, el hada que da todo sin esperar nada a cambio. Forjadora de unidad, valerosa en su camino de bondad. Maestra eterna, cuyas lecciones, avaladas por el cariño, resuenan en cada enseñanza. Como expresó José Martí, el amor de una madre es la más correcta y elocuente de todas las gramáticas.
Este 11 de mayo, todas reciben el más sincero abrazo de sus retoños. Aquellas que ya no están físicamente permanecen en el alma de quienes las recuerdan con gratitud. Más allá de la vida, el sentimiento perdura, y en cada flor depositada en su memoria se escucha el eco eterno de un ¡Mamá, gracias por todo! —una declaración que trasciende el tiempo y el espacio.