Cuando recorremos calles de la ciudad encontramos en algunas localidades con notables problemas de imagen. Todavía se constatan microvertederos en algunos lugares, más un número importante de depósitos con desechos sólidos, contenedores destruidos, y a su alrededor acumulación de basura y escombros de diferentes magnitudes.
De igual manera, en sitios puntuales de las comunidades pueden observarse aún salideros de agua, en ocasiones albañales, como el que hace unos días transita por parte de la calle Clavel y rumbo a San Pedro, en el Cerro, el cual por su esencia resulta contaminante.
Asimismo, existen fachadas de establecimientos, algunos de los cuales brindan ofertas de productos y artículos a la población, con una muy desacertada imagen. A ello se suma el estado de deterioro de las arterias, particularmente en el interior de los municipios.
Hay comprensión de la imposibilidad de realizar en el contexto actual (de férreo bloqueo económico-financiero que obstaculiza en primer orden el acceso a los alimentos y medicinas esenciales) grandes inversiones como las que precisan los problemas existentes de imagen, asuntos que no solo implican reparaciones y obras de construcción, sino además cuestiones de saneamiento integral.
Sin embargo, algunos de los temas pendientes quizás puedan tener solución o minimizarse con el accionar de diversos actores económicos con los que hoy cuentan los territorios, algunos de los cuales brindan importantes servicios y operan con algunos recursos y presupuestos que quizás puedan contribuir, (acorde a sus posibilidades y potencialidades), a mejorar estas problemáticas en su entorno.
Hay presencia también en los barrios de talleres locales que en algunos casos ya han mostrado voluntad de contribuir al embellecimiento de la zona. Hay ejemplos además, de artistas plásticos y artesanos que apoyan con sus obras, pinturas y otras iniciativas, a lograr un ambiente atractivo y agradable para su comunidad.
En la medida que las condiciones económicas del país lo permitan, uno de los temas más apremiantes después de la sostenibilidad alimentaria, seguramente será sanear las localidades en cuanto a higiene y servicios en general se precise.
Pero también para conquistar ese propósito tiene que continuar sumándose el emprendimiento de los ciudadanos en las localidades, la disciplina social y la sistematicidad de la labor de servicios comunales con pertrechos y medios que sustenten esa loable e imprescindible actividad de la cual depende en gran medida la salud de la población.
Con unidad y firme decisión popular más temprano que tarde, tendrá solución cada una de las tareas aún pendientes. La Revolución ha convertido siempre los reveses en victorias, y el actual desafío será también una insoslayable conquista del pueblo de Cuba. Sí Se Puede.
