Dic, 2024.- En el corazón de Camagüey, donde las calles empedradas y las plazas históricas guardan los ecos de luchas pasadas, el nombre de Cándido González Morales resuena con fuerza y orgullo. Nacido el 6 de enero de 1929 en Puerto Padre, Las Tunas, el hombre inspirador de esta página se convirtió en un símbolo de valentía y compromiso revolucionario, dejando una huella imborrable en la historia de Cuba.
Desde muy joven, Cándido mostró un espíritu indomable y una pasión por la justicia. Su infancia, marcada por juegos y travesuras, pronto dio paso a una adolescencia dedicada a las contiendas por los ideales de libertad y dignidad. En la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, se destacó como líder de la juventud ortodoxa y presidente de la Escuela Profesional de Comercio. Su entusiasmo y firmeza ante lo mal hecho lo convirtieron en una figura respetada y admirada por todos.
Fundador del Movimiento 26 de Julio en tierra agramontina y principal coordinador y organizador en todos los municipios de la antigua provincia, su vida estuvo constantemente en peligro debido a su activismo, lo que lo llevó a exiliarse en México para prepararse como expedicionario del yate Granma. En el hermano país de los aztecas se ganó la confianza del Comandante Fidel Castro, convirtiéndose en una persona de extrema confianza para el líder revolucionario.
El 2 de diciembre de 1956, Cándido González Morales formó parte del épico desembarco del yate Granma, evento que marcó el inicio de la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. Sin embargo, su existencia se truncó trágicamente el 8 de diciembre de 1956, cuando fue sorprendido y asesinado por el ejército batistiano en la desembocadura del Río Toro, en Oriente.
La figura de Cándido sigue viva en la memoria de los camagüeyanos y de todos los cubanos. El guerrillero heroico Ernesto Che Guevara lo evocó como un batallador sin tacha, y así lo recordamos hasta hoy: valiente, activo, decidido y generoso.
Cándido González Morales es un faro de libertad que ilumina el camino de las nuevas generaciones. Su legado nos ratifica una y otra vez que la verdadera dignidad reside en vivir con vergüenza y deber, porque, como él mismo escribió en una carta a su madre y hermana: "La vida no tiene sentido si no se lleva con honra y dignidad (...) Jamás claudicaré. Es mejor vivir, vivir para la eternidad, después del deber cumplido, que vivir sin decoro". (Foto Adelante.cu)
