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Enfrentamiento al oropouche: una nueva etapa para la ciencia cubana o la demostración de su pertinencia

La necesidad de obtener un test rápido para el diagnóstico del oropouche, tarea de la que se está ocupando el Centro de Inmunoensayos, y la viabilidad o no de obtener una vacuna para la prevención de la enfermedad, misión que ha asumido el Instituto Finlay, fueron asuntos tratados en el más reciente encuentro del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con científicos y expertos para temas de Salud.

El mandatario encabezó un intercambio en el que participó una amplia representación de los centros de investigación y las instituciones médicas cubanas, y al que asistieron el miembro del Buró Político y Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, y los viceprimeros ministros, Inés María Chapman Waugh y Jorge Luis Perdomo Di-Lella.

Tras las presentaciones y el debate, que fueron moderados por el doctor José Ángel Portal Miranda, titular del Ministerio de Salud Pública (MINSAP), la doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica de esa cartera, comentó al equipo de prensa de la Presidencia sobre la gestión de la ciencia y la innovación para dar respuesta al oropouche en Cuba, que ya acumula cerca de 12 000 casos sospechosos desde el primer reporte de su presencia aquí.

La experta recordó que esta es una arbovirosis que se reportó por primera vez en los años 50 del pasado siglo en el entorno del río Oropouche, en Trinidad y Tobago, y luego en Brasil, en la zona amazónica, y hoy afecta a varios países de la región de las Américas, por lo que la Organización Panamericana de la Salud ha instado a incrementar la vigilancia al respecto.

Subrayó que, desde mayo pasado, gracias al estructurado sistema de vigilancia en salud y de vigilancia para las arbovirosis, Cuba empezó a diagnosticar oropouche y rápidamente pudo establecer criterios clínicos, diagnósticos y la vigilancia entomológica, que rige las acciones sobre el vector, como dónde se mueve, cómo se mueve, las poblaciones.

Todo eso, añadió la doctora Morales Suárez, ha ido desencadenando, basado en la evidencia científica, tanto las internacionales como las propias de Cuba por las demostradas capacidades que tiene para organizar una carpeta con un fuerte componente de investigación, de innovación y también de desarrollo ante eventos de esta índole.

Esto lo hemos logrado, enfatizó, no solo porque tenemos las capacidades para hacerlo, sino porque, además, estamos implementando las lecciones aprendidas durante el enfrentamiento a la pandemia de COVID-19.

La directora de Ciencia e Innovación del MINSAP significó que la gestión científica relacionada con el enfrentamiento al oropouche en Cuba es uno de los componentes del plan de acción integral que tiene el país ante esta enfermedad.

Destacó que en una reciente visita de una misión técnica de la Organización Panamericana de Salud, este fue reconocido como un plan muy integral, que abarca muchos componentes y que va desde las estructuras de gobierno, las ministeriales hasta la base, la población.

La carpeta de ciencia e innovación que se ha generado aquí para dar respuesta a esta arbovirosis, y que se irá ampliando en los próximos días y meses, señaló la especialista, tiene una mirada parecida a la que se elaboró para la COVID-19, pero según las características propias de esta nueva enfermedad para el país.

Con este objetivo, argumentó, vamos a hacer fuertes estudios entomológicos, porque hay que conocer más el vector, por lo que estamos haciendo un grupo importante de investigaciones en el orden virológico que tienen como centro de referencia al IPK.

También, añadió, tenemos un gran paquete de investigaciones para caracterizar clínicamente cómo es la enfermedad que se está produciendo en Cuba. Estamos caracterizando, ejemplificó, como le da a los más ancianos, a los más pequeños, a las embarazadas, con investigaciones propias de la clínica de la pediatría, de la obstetricia, entre otras.

Además, sumó, hay otro grupo importante de paquete de investigaciones sobre el vínculo entre el medioambiente, la enfermedad y el vector, en el sentido de cómo el cambio climático influye en el vector, en los brotes epidémicos.

Y a todo esto se agrega, informó, un fuerte componente de comunicación social, para tener informada a nuestra población, porque esto, cuando la COVID-19, recordó la experta, fue el aliado número uno del protocolo de manejo clínico-epidemiológico, pues nos permitió que la población conociera los síntomas, las posibles complicaciones; o sea, la población, mientras más informada, es mucho más proactiva.

Al abundar sobre la gestión de la ciencia y la innovación para dar respuesta al oropouche en Cuba, la doctora Morales Suárez abordó las estrategias para el reposicionamiento de productos innovadores de nuestra industria biotecnólogica y la factibilidad de un kit de diagnóstico rápido —porque, subrayó, el diagnóstico es imprescindible, entre otras tareas.

En un repaso de los esfuerzos médicos y científicos que está desarrollando con agilidad Cuba para enfrentar el oropouche, la directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del MINSAP recordó que cuando la COVID-19 científicos de todo el mundo, al mismo tiempo, se volcaron a investigar, todos los países estaban haciendo investigaciones, pero en el caso del oropouche no ocurre lo mismo, acotó, pues aunque se conoce desde los años 50 del pasado siglo, no ha tenido una incidencia tan extendida.

Es por ello, argumentó, que los ojos están puestos en Cuba, que, por sus potencialidades científicas, sus potencialidades tecnológicas, la capacidad que tienen sus científicos y sus profesionales de la salud, puede ofrecer muchas respuestas para conocer y enfrentar esta enfermedad.

En este sentido, señaló, en la medida que vayamos desarrollando las investigaciones, con la seriedad, la ética y el rigor que siempre mantenemos, y empecemos a obtener resultados, debemos ir haciendo publicaciones para que la comunidad científica internacional pueda hacerse de más conocimiento sobre el tema.

Aunque parezca increíble, subrayó la directiva del MINSAP, hay temas que estamos viendo en Cuba, como complicaciones neurológicas y otras que estamos estudiando y manifestaciones clínicas, que aún es temprano para hablar de ellas, pero que no están descritas en la literatura.

Nosotros, añadió, tenemos una responsabilidad en la comunicación científica, sobre todo para la comunidad científica, de que todo lo que sea evidencia sólida sea publicado, y ya en tan poco tiempo, apenas a tres o cuatro meses del reporte de los primeros casos de oropouche en Cuba, tenemos tres publicaciones, de investigadores del IPK y del MINSAP, en revistas de muy alto impacto, que están circulando por el mundo y que están siendo muy valoradas, y hay media docena de manuscritos listos para mandar a revistas especializadas.

Creo, reflexionó la doctora Ileana Morales Suárez, que estamos en otra nueva etapa de la ciencia cubana en la que demostrará su pertinencia, esa ciencia pertinente, como nos demostró el enfrentamiento a la pandemia de COVID-19, que se hace por encargo, por misiones, centrada en lo que hace falta, por objetivos, para ser así más eficientes.

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