Dic, 2024.- En el corazón de la isla antillana, donde el sol brilla con intensidad y la brisa del Caribe acaricia cada rincón, existe una figura que día tras día da forma a los sueños de una comunidad: el constructor.
Este trabajador incansable, armado de herramientas y esperanza, esculpe con sus manos el progreso de su tierra. En Guáimaro, municipio cargado de historia y hospitalidad, los que edifican son héroes silenciosos cuyo esfuerzo y dedicación se reflejan en las acciones, metas y retos asumidos y por materializar.
Desde las primeras horas del amanecer, cuando el horizonte apenas se tiñe de luz, los constructores guaimareños inician su jornada con una energía inquebrantable. Cada mezcla de cemento y ladrillo colocado, es un paso más en la construcción de un futuro mejor.
Las obras no solo son estructuras, representan, también, la realización de quimeras y anhelos compartidos por la comunidad. Cada escuela, hospital o vivienda se convierte en testimonio de la voluntad colectiva y amor por la tierra que les vio nacer y habitar.
Los constructores de Guáimaro exhiben con profundo orgullo el sello que los identifica y distingue como hijos del poblado protagonista de la firma de la Primera Constitución de la República de Cuba en Armas. En este día de jolgorio vienen a mi mente los años de intenso quehacer de mi padre, José Rivero Estrada, un veterano constructor que ayudó a levantar casas, escuelas y centros laborales.
A sus 83 marzos sigue demostrando que es y por siempre será merecedor del homenaje, por su constante perseverancia. Bien sabe él que el oficio de constructor no es fácil; este requiere de resistencia, habilidad y una gran dedicación. Las largas horas bajo el sol, el esfuerzo físico y las responsabilidades diarias fueron, por décadas, parte de su rutina. Sin embargo, la recompensa es inmensa. Ver cómo sus manos abrieron siempre oportunidades para redefinir su camino es un privilegio que pocos pueden experimentar.
En Guáimaro, los constructores no trabajan solos; cuentan con el apoyo de toda la población. Las familias ofrecen su ayuda, los vecinos brindan su aliento y las autoridades locales reconocen su valiosa contribución. Esta sinergia es lo que hace posible que el progreso avance a paso firme, y que cada proyecto sea una conmemoración del trabajo en equipo y pasión por el más oriental de los territorios camagüeyanos.
Hoy 5 de diciembre de 2024, Día del Constructor cubano, rendimos homenaje a estos héroes anónimos, agradeciendo su invaluable contribución al desarrollo y bienestar de Guáimaro, porque en cada espacio de este pedacito de suelo histórico, se siente el pulso de su compromiso y el latido de su entusiasmo.
En el año ´1972´, durante el III Congreso de los Constructores, el inolvidable Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz propuso rendir homenaje al mártir del sector, Armando Mestre Martínez, quien fue asaltante del Moncada y expedicionario del Granma.
Aunque más tarde se supo que Mestre fue asesinado el día 6, la fecha se mantuvo en honor a los hombres y mujeres de la construcción. Inspirado en ellos expresó el sempiterno soldado de las ideas:
«Los trabajadores de la construcción merecen la más expresiva felicitación, merecen que se les dé las gracias por lo que han hecho, y merecen toda la confianza del pueblo, y toda la confianza de la Revolución». (Foto tomada de Trabajadores)