Un canto al amor sembrado en cada jornada, a la mirada que abraza el porvenir: agosto en Guáimaro no es solo un mes.
El pueblo despierta con la fuerza de quienes no se rinden, con el alma de mujeres que vuelan alto y niños que heredan la ternura como estandarte.
En los pasos rebeldes se honra a un soldado eterno cuya visión nos recuerda la magnitud de la grandeza humana que no se mide en monumentos, sino en gestos humildes como ese grano de maíz que guarda toda la gloria del mundo agradecido por la lección de un Fidel que vibra en las montañas.
Guáimaro despide el período estival entre juegos, aprendizajes y memorias compartidos. Las lluvias breves y los soles ardientes dejaron su huella en la piel recordándonos que hasta lo efímero puede ser eterno cuando se vive con emoción.
El poblado que vio nacer la primera Constitución desde ya renueva su pacto con el saber, con la tierra y los sueños que aún nos esperan en un nuevo curso escolar próximo a iniciar en la mayor de las Antillas.
Fotos: Yaykibel Cordoví Ramos, Héctor Espinosa Sánchez y Asamblea Municipal del Poder Popular de Guáimaro