El estallido en Cuba de la Guerra Chiquita el 24 de agosto de 1879 fue una demostración de la voluntad de mambises dignos que no aceptaron la capitulación ante España impuesta por el Pacto del Zanjón luego de la Guerra de los Díez Años (1868-1878).
La nueva contienda, dirigida desde el exilio por el general Calixto García, mostró que el espíritu de la Protesta de Baraguá animaba a la causa noble de los libertarios, aunque todavía no se habían superado muchos de los motivos que minaron la unidad y fortaleza de ese movimiento, lastrado por caudillismos regionales, el anexionismo, intrigas imperdonables y crecientes manifestaciones de racismo.
Entre los patriotas que colaboraron destacan el general Antonio Maceo, desde Jamaica, así como otros insurrectos en la emigración; y desde Cuba, el joven de 27 años José Martí, junto a Juan Gualberto Gómez, quienes desarrollaron una actividad política y movilizadora por la que fueron apresados y deportados a España.
Las múltiples cuestiones en contra que llevaron a la deposición de las armas sirvieron de experiencia a Martí para la preparación de la gesta de 1895; y también a las futuras generaciones de cubanos empeñados en conquistar la anhelada independencia.
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