Fiesta

Pensando en el fin de curso

A las puertas de la terminación del curso escolar, cuando alumnos y profesores están inmersos en evaluaciones finales, seminarios, pruebas de aptitud y de pase de nivel, hay quienes se adelantan en la planificación de actividades recreativas y aseguramientos para festejar el momento que dará paso a las esperadas vacaciones.

Llaman mi atención al respecto, grupos de WhatsApp de padres que tratan de llegar a acuerdos acerca de donde o como celebrarán, pasando, en primera instancia, por la cantidad de dinero a recoger como garantía de un buen brindis y el regalo a los docentes.

Hay que decir, además, que no es el único momento del período lectivo, cuando eso sucede, pues con anterioridad también se organizaron festividades por el día del educador, en diciembre y por el 4 de abril, aniversarios de la Organización de Pioneros José Martí y de la Unión de Jóvenes comunistas, siempre con similares características.

No obstante, en correspondencia con la galopante inflación que impera hoy en la economía cubana y la escasez de recursos, los precios de todos los artículos y servicios aumentan y se triplican rápidamente, por lo que estas iniciativas demandan cada día de un aporte mayor de los padres.

Es preciso llamar a la reflexión a los organizadores, que con la mejor de las intenciones, solvencia económica o deseos de complacencia, hacen propuestas poco asequibles para un número considerable de las familias, que cuentan en muchos casos con más de un hijo en etapa escolar, lo que dificulta su aporte.

Aunque la balanza de los ingresos se inclina a favor de emprendedores y trabajadores no estatales, en número creciente, el sector estatal que sostiene las bases productivas de la sociedad, no es precisamente el de salarios más altos y tiene, en la mayoría de los casos, que llevar las cuentas a punta de lápiz para llegar a fin de mes.

Esos gastos adicionales, no previstos, rompen la planificación del hogar y muchas veces, para no hacer quedar mal al estudiante, conllevan a sacrificios importantes, sobre todo cuando algunos organizadores pecan de exceso, que los aleja del propósito mayor, que es reconocer el esfuerzo realizado durante el periodo lectivo y dar la bienvenida a la etapa vacacional.

He visto en alguno que otro grupo la propuesta de alquilar una piscina particular, imprimir pulóveres, reunirse en una paladar o centro de recreo particular y se de otros lugares donde han organizados el alquiler de disfraces y hasta coreografías de vals, además de la compra de dulces, panes y disímiles golosinas que engordan las ya abultadas billeteras de negocios no estatales.

Pongamos los pies en la tierra. Ningún centro en Cuba defiende tanto la equidad como la escuela. El uso del uniforme escolar elimina las desigualdades entre niños y adolescentes y los pone en la misma posición para recibir los conocimientos que se imparten, más allá de la situación que cada uno presente en su entorno familiar.

He sido testigo de muchas de esas actividades donde se han ausentado estudiantes muy aventajados ante la imposibilidad de dar el aporte monetario solicitado y escuché el audio de una guía de aula que decía que el único regalo que deseaba era la presencia de todos sus alumnos en la fiesta que preparaban como homenaje a los educadores.

No hay tampoco en nuestro país un lugar tan seguro como los centros escolares, sin drogas, ni alcohol, ni mucho menos el peligro de armas de fuego, entonces no veo la necesidad de sacar de la escuela un encuentro que servirá de despedida entre amigos hasta que retornen las clases.

Si alguna familia tiene suficientes recursos para permitirse excesos, puede celebrar de forma particular durante el verano y darle a sus hijos cuantos gustos y regalos estime pertinentes, pero no arriesguemos a los niños y adolescentes en actividades festivas fuera de los centros, porque casi en su totalidad asisten solos, ya que esos encuentros ocurren en horario laboral, lo que impide la presencia de alguno de los progenitores.

Es importante fomentar la diversión sana y celebrar con los compañeros con los que tienes un objetivo común, como la terminación del curso. Estas actividades pueden ser también una ocasión para sembrar valores, porque nuestros hijos pueden tener ideas acorde con la moda o por influencias foráneas, pero corresponde a los padres situarlos en contexto y llamarlos a la austeridad, razonando con ellos, porque la alegría no se sustenta sólo en el tener.

Reconozcamos el esfuerzo de alumnos y maestros en un período lectivo cargado de retos, pero hagámoslo con prudencia y mesura, sin olvidar lo verdaderamente importante. Recordemos a nuestro Héroe Nacional José Martí: “que el vaso no sea más que la flor.

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