Abr, 2025.- Criticar a la Revolución cubana por no haberse subordinado a la dominación imperialista ha dejado de ser un sueño y transformado en una obsesión de los gobiernos estadounidenses empeñados en destruir lo que los héroes y mártires de la patria edificaron con sangre y coraje.
A 64 años del triunfo del 1ro de enero de 1959, su legado permanece vivo en el corazón de una nación que, por naturaleza y convicción, encarna una vocación revitalizadora basada en acciones humanas inspiradas en el servicio social. Este enfoque, que trasciende el presente y se proyecta hacia el futuro, busca enriquecer espiritualmente a los ciudadanos, sin distinción de raza, credo, edad o pensamiento político.
En un contexto lleno de ironías persiste desde hace más de 60 años una acusación contra la mayor de las Antillas. Tanto la administración actual del magnate Donald Trump, como las anteriores, señalan a Cuba como una sociedad donde se violan los derechos humanos, una afirmación que expone otra de las tantas falacias del imperio, para el cual la democracia y los derechos humanos tienen poca importancia.
Durante décadas, la doctrina dominante de Estados Unidos intenta socavar el avance del proyecto social construido por el pueblo cubano. Entre sus estrategias más dañinas ha prevalecido la absurda acusación de que en la región caribeña se violan los derechos humanos, sin embargo, cada ataque imperialista recibe una respuesta contundente de un país que rechaza los paquetes de ajuste económico y las terapias de choque neoliberales que proliferan en América Latina y Europa.
El Estado cubano garantiza servicios esenciales a través de más de 150 hospitales, 11,000 consultorios médicos, 400 policlínicos y 140 hogares maternos, distribuidos desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, que incluye las zonas más apartadas.
En el ámbito educativo cerca del 24% de los gastos corrientes de la actividad presupuestada se destinan a este sector, reflejando el compromiso del gobierno con la Revolución, incluso en un contexto económico internacional complejo.
Este esfuerzo no pasa desapercibido. Instituciones como el Departamento de Educación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) reconocen que un alumno cubano tiene el doble de conocimientos que un niño promedio de América Latina, además, Cuba es el país de la región con menos casos de violencia infantil.
Hoy, el impacto social de la mayor de las Antillas se destaca como uno de los más significativos entre los países en desarrollo. (Foto Cubaperiodistas)