Si hay algo invaluable para una sociedad es, sin duda alguna, la tranquilidad. De esa paz depende en altísima medida que las personas se sientan seguras en el espacio que habitan y, por ende, contribuyan a mantener ese estado de cosas.
Sin embargo, esa, que sigue siendo una cualidad innegable de nuestra Patria, cuenta, en su materialización y sostenibilidad diarias, con hombres y mujeres que, tras el regio uniforme, llevan sobre sus hombros, con enorme sensibilidad, no solo la suya propia, sino la tranquilidad de millones.
Agradecer ennoblece al ser humano, y gratitud merecen quienes ofrendan sus carreras, quienes encadenan décadas de labor en aras de preservar el orden interior, ayudar al ciudadano común, proteger al vulnerable.
Sentirlos junto a nosotros, verlos caminar por nuestras calles, patrullar, velar porque la calma prevalezca, supone un motivo de orgullo. Muy bien lo valoran quienes conocen el clima de inseguridad ciudadana vivido en tantas partes del mundo hoy día.
El Ministerio del Interior es pueblo protegiendo al pueblo. Sus compañeros no son figuras etéreas porque, como el maestro, el médico, el obrero o el campesino, en muchas familias cubanas hay uno de sus miembros. Son nuestros vecinos, amigos, personas comunes cuya grandeza real radica en su capacidad de sacrificio y el relieve mayúsculo de su misión.
Conscientes de esa verdad, los enemigos tienen a la fuerza combativa entre sus blancos principales de ataque comunicacional, como parte de la guerra ideológica contra Cuba.
Denostar, desvirtuar, minimizar o trastocar la labor social del Ministerio del Interior se ha convertido en uno de los frentes temáticos asignados a los asalariados que reciben generosos cheques de parte de la mayor potencia del planeta, por mancillar el suelo que, en no pocos casos, los vio nacer.
Quieren hacer creer al pueblo cubano que esa fuerza uniformada, que hoy celebra 64 años de existencia, es su enemigo. Por suerte, la claridad e inteligencia de los cubanos les hace entender que quien es capaz de dar la vida por ti, y protegerte siempre, no es sino tu hermano. Y los hermanos también se defienden con la vida.
