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Nancy Avilés, Vedette Cubana de la Cultura Haitiana (+Fotos)

Camagüey.- Al encontrarme con Nancy Avilés, me sorprendió algo más allá de su sonrisa, su carisma desbordante y su característico vestuario colorido: un detalle que encapsula su vida y su misión. Había elegido, para esta entrevista con Adelante Digital, un periódico y no la televisión, un vestido cargado de historia y significado. Era el vestido de satín con predominio del morado y figuras en otros colores que su abuela, Eva Lubens Iliens, usó al recibir el Premio Olorum, poco antes de morir.

“Este vestido era de mi abuela. En el minimuseo que tengo en la casa, tengo un cuadro grande con una foto de ella con este vestido”. Pienso otra vez en ese instante en que lo dijo. En muchas culturas, los objetos materiales ligados a los ancestros son tratados como reliquias, frecuentemente separadas del uso cotidiano para preservarlas en un estado estático, lo que puede simbolizar respeto, pero también distancia. En cambio, el uso del vestido por parte de esta líder comunitaria refleja un enfoque dinámico, donde la memoria y las tradiciones heredadas son algo del pasado que se integra al presente y que se resignifica constantemente. En ese gesto estaba toda Nancy, toda Eva, y todo lo que representa la herencia haitiana que Nancy lleva con orgullo.

 Reconocimiento de Eva Lubens Iliens. Reconocimiento de Eva Lubens Iliens.

Intentando ir lo más lejos posible en el tiempo, pregunto por sus recuerdos de niña y ahí está su abuela: “Yo empecé a vivir con ella en Elia, de ahí nos mudamos para acá para la ciudad de Camagüey. Antes de Elia vivió en Amancio Rodríguez. Abuela tuvo seis hijos, tiene 45 nietos, 32 bisnietos, 8 tataranietos, y ya tiene chozno”.

No fue casualidad que entre los 45 nietos de Eva sea Nancy quien continúe este legado. Fue ella quien, como dice, estuvo más cerca de su abuela, absorbiendo su esencia y aprendiendo de su ejemplo. Hoy, con una energía contagiosa y una humildad admirable, Nancy lidera el grupo Bonito Patuá, perpetúa tradiciones ancestrales y abre camino para nuevas generaciones con iniciativas como Raíces del Creole.

Bonito Patuá con la Embajadora de Haití en Cuba, Sra Regine Lamour, el 3 de marzo de 2024, Teatro Principal de Camagüey.Bonito Patuá con la Embajadora de Haití en Cuba, Sra Regine Lamour, el 3 de marzo de 2024, Teatro Principal de Camagüey.

“Fui la más apegada a ella. Viví con mi abuela y todo lo que sabía se me pegó. Me gusta mantener sus tradiciones, porque Haití es mucho más que lo que la gente imagina”, explica con firmeza. Su abuela llegó a Cuba con apenas tres años, y aunque regresó a Haití en varias ocasiones, hizo su vida en Oriente. Nancy recuerda con cariño la fortaleza de Eva, una mujer que cosía para la calle, vendía dulces y pan, y montaba fondas en los cafetales.

“Eva decía que tenía que dejar en Cuba las vivencias de Haití, mostrar que Haití tiene cultura como cualquier país. Enseñó bailes, cantos y toques que no tienen que ver con la brujería. Esa fue su misión, y ahora es la mía”, añade.

Retrato de Eva Lubens Iliens, con el vestido que hoy luce Nancy.Retrato de Eva Lubens Iliens, con el vestido que hoy luce Nancy.

Eva la vio liderar el grupo. “Desde que ella estaba enferma siempre fui la cabeza del grupo con otro compañero que se llama Arnaldo Marcelino, que está enfermo de la cadera. El grupo se mantuvo igual. Todo lo aprendí de ella. Y como tal, Bonito Patuá, la esencia que tiene es de Eva Lubens Iliens”, insiste.

La historia de su abuela parece tocada por el misterio y la fortaleza. “En el carné decía que tenía 97 años cuando falleció, pero los médicos aseguraron que pasó de los 100, que tenía entre 104 y 106”. Quizás eso explique la determinación de Nancy para mantener viva la memoria de Eva en cada rincón de su minimuseo casero, donde guarda medallas, utensilios de costura y otros objetos que cuentan la historia de una mujer que, como Nancy, se negó a rendirse.

Allí están los utensilios de costura, patrones, premios, una máquina de coser y hasta un pequeño horno que Eva utilizaba en sus andanzas por las zonas cafetaleras. “Cada objeto tiene una historia”, dice mientras describe las cestas y el pilón que también forman parte de ese pequeño santuario.

Exposición bibliográfica en la Casa de las Tradiciones Haitianas en Camagüey, localizada sita en la calle C # 47 entre 2da y 3ra, Reparto Cándido González.Exposición bibliográfica en la Casa de las Tradiciones Haitianas en Camagüey, localizada sita en la calle C # 47 entre 2da y 3ra, Reparto Cándido González.

Nancy es más que la nieta elegida; es la encarnación de la herencia haitiana en Cuba. Es fundadora del Coloquio Nacional sobre Haitianidad Emilio Bárcenas Pier. Su casa, informalmente conocida como la Casa de las Tradiciones Haitianas en Camagüey, es un espacio donde la cultura vive y se transforma. Y Nancy, recientemente nombrada Vedette Cubana de la Cultura Haitiana, lleva este título como algo más que un reconocimiento. “Para mí ser vedette es hacer todo lo que sé: cantar, bailar, peinar, amarrar turbantes, coser y ayudar a otros grupos cuando lo necesiten. Donde quiera que me llamen, ahí estoy”, asegura.

Pero Nancy no solo protege los recuerdos materiales. Es la cantante solista de Bonito Patuá y la encargada de enseñar los cantos y toques que aprendió de niña. “Soy quien enseña en el grupo porque crecí con todo esto. Es algo que se lleva en la sangre”, afirma con orgullo y agrega: “Pienso en lo que mi abuela soñaba, y sé que no puedo dejar que caiga lo que ella construyó. Mi hija, Dayana, ya está en el grupo, y espero que siga conmigo en esto. No sé si algún día llegaré a Haití, pero mientras tanto, llevo Haití en mi corazón y lo comparto con quien quiera conocerlo”.

A pesar de las dificultades, Nancy ha creado un grupo de relevo llamado Raíces del Creole para involucrar a niños y jóvenes, y garantizar que la tradición continúe. “Somos 25 en la agrupación principal y 20 en el grupo de los niños. Hasta ahora nadie ha dicho que se va. Todos están embullados, especialmente con el video que vamos a grabar. El futuro está asegurado”.

 Dayana Rizo, hija de Nancy Avilés. Dayana Rizo, hija de Nancy Avilés.

Precisamente, el próximo año será de grandes celebraciones. Tras la experiencia enriquecedora de participar junto al coro vocal Desandann en el videoclip galardonado con el Premio Lucas, que incluyó a todo el grupo y a los niños de Raíces del Creole, Nancy y Bonito Patuá están inmersos en la grabación de su propio video. La producción comenzó en el Estudio Caonao, con las canciones y música ya registradas, y el rodaje en exteriores se prevé este mes.

La tradición culinaria haitiana es un tesoro. Entre los manjares que aprendió de su abuela, destacan el dulce de maní, el bom boo —un exquisito dulce de harina con vainilla, mantequilla, anís estrellado, nuez moscada, aceite, bicarbonato y levadura—, y bebidas como el liké y el tifei, que evocan los sabores de Haití y son muestra de una riqueza cultural que va más allá de lo gastronómico.

Este aspecto se entrelaza profundamente con la identidad cultural del grupo, cuyo nombre tiene una historia reveladora. “Originalmente llamado Bell Creole (Bello Idioma), mi abuela lo tradujo como Bonito Patuá para hacerlo más comprensible entre los cubanos”. Sin embargo, Nancy reconoce que el término “patuá” es una deformación que tiende a ser despectiva.

Muestra con objetos de Eva Lubens Iliens.Muestra con objetos de Eva Lubens Iliens.

En un momento inesperado, me canta en creole. No era la radio ni un escenario, sino la redacción de nuestro modesto periódico pero lo hizo con la misma pasión. La canción hablaba de Ezili, una mujer guerrera, y mientras cantaba, fue imposible no reconocer que Nancy es esa figura. “Esa soy yo”, dice con una sonrisa que no deja lugar a dudas. Desde Camagüey, entre dulces, turbantes y cantos, Nancy Avilés se levanta como una mujer invencible, una heredera orgullosa y una fuerza de la naturaleza.

La mirada vuelve a su vestido y ella, como si adivinara la curiosidad, cuenta: “A mí me gustan todos los colores, las telas floreadas, pero aquí en Cuba no hay telas floreadas así. La gente me dice 'tú te crees africana'. Claro, soy descendiente africana porque los haitianos son africanos, pero el que no ha estudiado no sabe. A Haití le pusieron así porque significa tierra de altas montañas”. Entonces confirma que el ser humano salió de África.

2025 marcará también los 65 años de Bonito Patuá. “Nos van a dedicar la Semana de la Cultura en febrero y todos los eventos del año”. Coincidiendo con este hito, Nancy conmemorará el décimo aniversario de la muerte de su abuela, piedra angular de su legado, quien mereció en vida el reconocimiento Memoria Viva 2010 y el Premio Nacional de Cultura Comunitaria 2015.

Luego aprovecha para invitar a celebrar en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, el ICAP, el día de la independencia de Haití y de Cuba. “Lo haremos el cuatro de enero. Vamos a preparar la soupe joumou, que es la sopa de calabaza”. Es un tributo histórico a la independencia de Francia y explica: “Los haitianos dijeron que cuando ganaran la independencia la prepararían, porque antes no los dejaban hacerla. La independencia de Haití fue en 1804 pero coincide en el día con la nuestra, el primero de enero”.

Al igual que el vestido de su abuela, esta conversación ha sido un tejido entre lo material y lo intangible, entre el pasado y el presente. A través de su liderazgo y su conexión con las tradiciones heredadas, nuestra entrevistada nos recuerda que la memoria no se guarda en vitrinas ni se aísla en lo inalcanzable; se vive, se usa, se transforma. Así, su historia y su forma de honrar a su abuela se convierten en una invitación a mirar lo heredado como vida en movimiento.

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