Abr, 2025.- En el más oriental de los territorios camagüeyanos se clausuró una semana de auténtico regocijo cultural, una montaña de talento que los mejores artistas de cada disciplina lograron escalar.
Ha terminado la fiesta más esperada del año, aunque este ´2025´ fue marcada por la ausencia del escenario tradicional, ese espacio donde se congregan los corazones del pueblo transformados en espectadores de genuinas entregas artísticas.
En estas presentaciones prevalece la dedicación de los instructores de arte, quienes, junto a la vanguardia cultural de la región, honran la máxima martiana que reza: ¡No hay mayor dificultad que suficiente amor no conquiste!
De la semana cultural guaimareña me llevo el sublime amor de los incansables cultores. Gracias a generadores eléctricos se ofreció al pueblo cada acto; y en las jornadas diurnas, igualmente afectadas por la falta de energía, brilló con fulgor el espíritu creador del movimiento de artistas aficionados.
La familia amante de la cultura dispuesta a preservar aquello que nos define, no permitió que la llama de la identidad se extinguiera.
A quienes hicieron posible esta celebración: ¡Gracias infinitas por todo y, por tanto! Durante siete días, bajo la sombra de una oscuridad interminable, Guáimaro encendió la luz de la cultura que nos llena de orgullo.
Un homenaje especial a ese gremio incansable, a ese equipo formidable de apasionados por el arte y la cultura que lograron iluminar la fiesta con la chispa del corazón.