Dic, 2024.- Al escuchar la frase: “La vida tiene en sus sueños hacer crecer a los demás”, me viene a la mente que todos llegamos a este mundo con una misión especial. Este reto, aunque nada fácil, debe convertirse en el mayor tesoro. Claro, no todos asumen este compromiso de la misma manera. Algunos se apasionan y otros no; algunos no claudican ni defraudan, mientras que otros dañan y lastiman. Hay quienes solo escuchan palabras bonitas y dejan que se las lleve el viento, y hay quienes aman de verdad, sin indiferencias, despojados de oportunismo, envidia, avaricia y maldad.
Para muchos, la existencia es un camino abrupto lleno de alegrías, tristezas, desesperos, falsedades, buenas vibras, emociones, desengaños, amores platónicos, reconciliaciones, traiciones y mucho más. Es un ajiaco de sentimientos humanos que a veces enamora y otras duele profundamente. Puede transformarte en ganador o perdedor de la carrera más larga que enfrentarás, donde todos cuentan, aunque creas que no.
Hacer crecer a los demás implica haber aprendido bien las lecciones de fraternidad y esperanza. Exige un respeto imprescindible hacia la familia y el hogar, donde la ternura se hospeda con el único propósito de quedarse y amarnos.
Hacer crecer a los demás significa iluminar dudas y clarificar metas. Responde a la necesidad de estar más unidos que nunca, en las buenas y en las malas, en la luz y en la oscuridad, en la carencia y en la abundancia, en la nostalgia y en el entusiasmo, en los abrazos y las despedidas, en las experiencias positivas y generadoras de vida, siempre edificadoras de almas.
Hacer crecer a los demás es asegurarnos de que las personas mágicas ¡existen! (Foto tomada de Internet)