Abr, 2025.- En la era de la hiperconectividad, los celulares se han convertido en una extensión de nuestras manos y, a veces, parecen serlo de nuestras almas. Nos permiten acortar distancias, compartir momentos y acceder a información con rapidez. Sin embargo, ¿cuánto de nuestra esencia se sacrifica frente a sus pantallas?
La tecnología es una herramienta poderosa, pero su uso indebido puede robarnos algo valioso: el tiempo para mirar alrededor, para conectar de verdad con quienes nos rodean.
Hoy, más que nunca, debemos apostar por un equilibrio. Usar el celular sabiamente no solo significa limitar su uso, sino también emplearlo para extender una mano amiga, para fomentar el respeto y la fraternidad entre las personas. Que cada mensaje sea una semilla de empatía, cada publicación una invitación a construir puentes, no muros.
Que nunca nos falte tiempo para valorar lo verdaderamente importante: los momentos compartidos, las palabras sinceras, las conexiones humanas que ninguna tecnología puede reemplazar. Porque al final del día, la esencia de la vida no se encuentra en los píxeles, sino en la calidez de las relaciones humanas.
