Jun, 2025.- Vivir la sexualidad de manera responsable es mucho más que adoptar medidas de prevención: es asumir un compromiso con uno mismo, con los demás y con la sociedad. No se limita al uso adecuado de métodos anticonceptivos o a evitar infecciones de transmisión sexual (ITS); implica una mirada integral, informada y consciente que valora el respeto, la comunicación y el cuidado emocional.
Una sexualidad responsable comienza por el conocimiento y aceptación del propio cuerpo: saber cómo funciona, reconocer los deseos y establecer límites claros. También significa acceder a información confiable, ejercer el derecho a decidir cuándo, cómo y con quién establecer relaciones, y hacerlo sin presiones ni imposiciones.
La responsabilidad sexual incluye la capacidad de dialogar abiertamente con la pareja, establecer acuerdos, respetar el consentimiento mutuo y estar conscientes de las consecuencias emocionales y físicas que pueden derivarse del vínculo íntimo. Fomenta relaciones más equitativas y saludables, basadas en la empatía, el afecto y la libre decisión.
Además, promueve valores como la autoestima, la equidad de género y la no discriminación, reconociendo la diversidad de orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género. En contextos donde aún persisten prejuicios y tabúes, ejercer una sexualidad responsable es también un acto de empoderamiento y transformación cultural.
La sexualidad no es solo un aspecto biológico: es parte de nuestra identidad, de nuestra forma de vincularnos y de proyectar nuestros sueños. Y cuando se vive con conciencia y madurez, no restringe la libertad: la eleva, fortalece los lazos humanos y contribuye al bienestar individual y colectivo. (Foto IPS Cuba)