Sequía

Sequía y ciclones

Los recientes aguaceros pudieran nublar nuestra percepción sobre la sequía hidrológica e incluso hacernos creer que nos recuperamos. Pero la realidad es distinta: los embalses apenas almacenan un 11 por ciento de su capacidad y la situación de los acuíferos subterráneos pasa de desfavorable a crítico.

A grandes rasgos, en ese estado se encuentra el territorio avileño. Por tanto, tendrá que hundirse en la búsqueda de soluciones a una problemática similar a la que afrontó hace aproximadamente 10 años.

Porque zambulliría al territorio en complicaciones mayores relacionadas con la agricultura y la destrucción del fondo habitacional, entre otras, en medio de esta crisis económica un ciclón o huracán serías nefastos, pero los especialistas concluyen que solo un temporal asociado a un evento de ese tipo aliviaría la sequía hidrológica.

Antes del inicio de la temporada ciclónica (1 de junio-30 de noviembre), el Instituto de Meteorología vaticinó que esta sería “muy activa” por posible formación de 20 ciclones tropicales, de los cuales se estimaba que 11 llegarían a alcanzar la categoría de huracán. Sin embargo, a falta de dos meses de que concluya tal período, el territorio no ha sido afectado.

Grandes probabilidades existen de que se mantengan o aumenten los índices de sequía en la provincia que posee uno de los más elevados del país, pues la tendencia que marcará el futuro es bastante similar a la de meses como mayo, junio y julio, en los que los acumulados estuvieron por debajo de la media histórica, según Oscar Benedico Rodríguez, director del Centro Meteorológico de Ciego de Ávila.

De hecho, aunque los pronósticos “hicieran aguas”, lloviera a cántaros, demoraría la etapa de recuperación si se tiene en cuenta que la sequía inició aproximadamente en 2020, de acuerdo con Yusleimy González Remesal, especialista principal de la Dirección Técnica de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico.

Las principales medidas, por supuesto, deben implicar a los organismos que rigen y gestionan el uso del agua, en tanto la situación se agrava, junto a otros factores, por la deteriorada infraestructura hidráulica que data y el amplio número de salideros ―la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Ciego de Ávila ha detectado más de 150 de grandes proporciones.

Reparar estos macrosalideros parece imposible a partir de las escasas retroexcavadoras con que cuenta la provincia. Más factible, por ahora, será solucionar esa misma dificultad y las obstrucciones que atañen hoy a algunos de los máximos consumidores de agua en el territorio: ambos hospitales provinciales y los hoteles del destino turístico Jardines del Rey.

Por cuanto representa hoy para la economía y la sociedad, es imposible detener siquiera en lo más mínimo la labor de los centros de Salud y del Turismo, como también el de los polos agrícolas, por lo cual ha de ser urgente el accionar de los organismos competentes en pos de minimizar el escape innecesario del líquido.

A veces la población tampoco es del todo consciente de cuán grave se puede volver el panorama. Tanto como un huracán pudiera resultar devastador, la sequía hidrológica, a su manera “silenciosa”, sería capaz de provocar desastres a la par.

Si cierto es que las preocupaciones del día a día ya son incontables, cierto es también que se impone ahorrar. Este jamás pretende ser otro teque sobre el ahorro, sino un llamado a lo necesario que resulta para evitar que, por lo menos, los ciclos de abastecimiento continúen extendiéndose un día o una semana más.

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